
De camino a Alam Gili, compro una par de joyitas de la artesanía local. El hombrecito que me las vende (previo regateo pertinente) asegura que las ha hecho él mismo.Por qué no creerle?

El gecko nos sigue acompañando. Esta vez en madera. Hoy me he enterado que a los de verdad, los mantienen en las casas porque acaban con todo insecto viviente, incluidos los mosquitos. Será por eso que estos lagartos son signo de buena suerte. Las perlas de los pendientes son irregulares y pequeñas, distintas entre sí, labradas a mano, según el comerciante.Y yo le creo.

Nos reunimos de nuevo en la Villa Amaia y yo. Damos un paseíto y visitamos de pasada un pequeño centro de protección de la tortuga que es, junto al coral, una de las alhajas de la fauna autóctona.

Aquí están bien alimentadas y seguras hasta que cumplen un año de vida. Luego son devueltas al mar, donde literalmente son intocables.

Y vamos a comer: Mejicano con Margarita. Rico!


Vaya fotones que toma mi señora esposa!

En fin, a lo que venía el titulo: desde que llegamos a esta parte del mundo y ya en el mismo avión, hemos caído en la cuenta de que pertenecemos a un selecto club. A ellas las reconocerás por la manicura francesa y tienen en común con ellos que lucen en sus anulares sendos aros dorados. Somos miembros del club de los anillos brillantes. Como las decenas de parejas que escogen,al igual que nosotros, esta cara de la tierra para su luna de miel.Ya nos lo advirtió nuestra amiga Carolina. Supongo que también cumpliremos con la cara de susto que describió de sí misma, recordando su propio ingreso al club.
Pero es que hay tantas cosas increíbles por aquí. Fíjate en este atardecer, la foto no le hace justicia. Cada tarde, la gente (muchos miembros del club) se arremolinan en las zonas donde la visibilidad del ocaso es mejor. Y cada día es desarmante y cada día diferente.

Hoy queda la cena. Pero ptssss! calla, que Amaia no lo sabe.
Porque nuestra reciente incorporación al club merece celebración, no? El lugar elegido, Villa Ombak, al otro lado de la isla. Algún día os contaremos cómo llegamos hasta el sitio porque tiene la suyo, pero hoy, mejor que mil palabras...

Para abrir boca, unos cocteles; Long Island Ice tea y Mango Daiquiri. Mmmmm...

Aquí dando de comer al pan,que también tiene derecho.


Salmón de Tasmania como entrante, para compartir.Y como principal, elijo pez espada. Mucho...

Amaia, se decanta por un pescado a la parrilla con mantequilla que está espectacular.

A todo esto hay que agregarle una luz suave,como de muchas velas, una banda tocando al lado (ni demasiado cerca, ni demasiado lejos) y una brisa como solo el mar de Bali sabe confeccionar.


Después de los postres regresamos a Alam Gili, dando un paseo. Visto cómo fue la ida, nos resultaba menos accidentado. Y ha sido una caminata muy agradable la verdad, con la luna más llena del mundo mirándose al espejo, amaneciendo la playa.
Ubicación:Alam Gili Private Villas, Gili Trawangan, Indonesia
Javi, si quieres un día te cuento por qué Amaia no fue en piragua contigo...
ResponderEliminarSerá cabrita... Jajajajaja...
ResponderEliminarEstoy deseando, Nahikari! Así que ese era el secreto que no se podía contar eh, amiga?jejeje
ResponderEliminarJjjjjjaaaa... Imagino momento chancletas...
ResponderEliminarMuxus pareja!